sábado, 24 de diciembre de 2011

Doce... Cuento de fantasmas sin Navidad. Parte I

 
Unos golpes repetitivos en la puerta lo despertaron. La noche cerrada se dejaba ver por la ventana y un viento frío e invernal movía los árboles de la calle. Se vistió apresurado y bajó a la puerta mientras esos golpes volvían a sonar con más insistencia. - ¿Quién puede ser a estas horas intempestivas?- se preguntó arqueando una ceja y agarrando el pomo de la puerta para abrir. Con la curiosidad y el sueño ni siquiera se acordó de mirar antes para ver de quién o qué se trataba.
Al abrir la puerta ante él se le presentó una figura encorvada de no más de un metro y medio de estatura. Encapuchada con telas oscuras y raídas una anciana con los ojos vendados alzó la cabeza.- Buenas noches caballero- le dijo la anciana con voz dulce- ¿Le importaría dar cobijo en esta noche fría a una vieja ciega de huesos frágiles?- Él, extrañado y un poco temeroso acercó el farolillo que portaba en la mano para ver mejor a la anciana. Su rostro y figura le resultaron un tanto familiares, además una pobre vieja no podría hacerle mucho, pensó. Él era corpulento y fuerte, y en el caso de que la vieja fuese una ladrona o una maleante la doblegaría con facilidad.
-Pase señora, pase- dijo amablemente mientras se apartaba de la puerta para dejar paso a la anciana. Con el primer paso que dio la vieja, al hombre se le erizaron los pelos de la nuca. Un tintineo metálico de cadenas acompasaba cada paso como si en sus tobillos portara pesados y grandes grilletes.
Serenando cuerpo y voz él preguntó: -¿Lleva grilletes de preso en los pies?-
-¿De preso...? Dijo la anciana meditando- Si... presa he estado en muchos lugares y quizás hoy me esté escapando.
El hombre sin querer pensar mucho agarró a la anciana para echarla a la calle. Ésta ,con la gracilidad de una potrilla, se deshizo de la mano que agarraba su capucha dando un pequeño salto hacia delante y desapareciendo en un potente haz de luz que cegó al hombre cerrando también la puerta de un golpe.
Cuando el hombre quiso recuperar la visión tenía ante él un majestuoso ser alado de más de tres metros. Vestía un gaseoso vestido rojo y en el rostro aún portaba la venda que le tapaba los ojos. Tanto su cuerpo como su cara jugaban a ser un hermoso híbrido entre hembra y varón.
Asustado por tamaño espectáculo el hombre no acertaba a balbucear más que : -¿Qué eres, un demonio?-
-¿Demonio?- preguntó el ser alado con una sonrisa. - Sí, algunos podrían decir que algo de demoníaco hay en mi. Pero nada de eso conozco yo.- Acercándose al hombre lentamente le dijo: - Antes de de conocer quien soy yo debes conocer a otros que hoy también quieren verte. Esta noche viajarás a un mundo que está a caballo entre tu pasado y tu presente. Cuando yo me vaya espero no estar hablando con el mismo hombre asustado y solo que ahora frente a mi encuentro.-
Asustado y paralizado, el hombre, se dejó coger por el ser alado. Su fresco olor a rosas calmó en parte su perturbación. Esta volvió en cuanto toda la estancia se convertía en pura oscuridad. Las alas de aquel bello híbrido empezaban a aletear con una cadencia elegante. Al poco tiempo a lo lejos se apreciaba una mancha gris que a medida que iban acercándose, se iba intuyéndose un muro de roca con una portezuela de madera ennegrecida. -¿Qué es eso? - Preguntó el hombre.
-Eso que ves es la entrada a las mazmorras. Lugar donde se recluyen los daños del alama.- Mientras decía estas palabras posaba sus pies ante la negra puerta.- Por cierto, mientras estamos aquí y hasta que te diga mi nombre puedes llamarme Tye-mela'ne.-
Bajándose de los brazos de Tye-mela'ne el hombre le preguntó: ¿Mazmorras, daños del alma? ¿Quién quiere verme aquí?. No entiendo nada.- miró fijamente a Tye-mela'ne- Mi nombre es...
-Aquí todos conocemos tu nombre. - Dijo rápidamente Tye-mela'ne. - Estás aquí para comprender y entender aquello que has ignorado y que te ha llevado a estar donde estás. Estás aquí para ver el daño que has hecho y que nunca podrás repetir. - Riendo con condescendencia- Suponiendo que algún día dejes de ser un muerto en vida.
Sin más que decir por parte de ninguno de los dos, Tye-mela'ne abrió la puerta de las mazmorras. Dentro había un largo pasillo con puertas y barrotes a un lado, éste se iluminaba con antorchas de madera y hierro.
La humedad entraba hasta los huesos y la sobriedad de la roca de las paredes arrancaba todo pensamiento feliz del corazón del hombre. Con un movimiento grácil de su mano derecha - Tye-mela'ne- hizo que apareciera un largo bastón dorado, en su parte más alta una gran llama iluminaba el camino. Flotando como lo hacían las llamas de su bastón Tye-mela'ne avanzó - Vamos, tu primera visita es a la celda que tenemos justo a la derecha. El hombre asustado y sumiso encaró la puerta de madera vieja de la celda; miró por los barrotes de la parte superior sin ver nada. Extrañado miró a Tye-mela'ne.- Aquí no hay nadie, solo una tela en el suelo.
Mientras abría la puerta y con un gesto de resignación Tye-mela'ne dijo: - Me sorprende que nuestra nueva adquisición sea irreconocible a su antiguo dueño. No hace mucho que está aquí, pero se adapta bien.
Una tela plateada con forma de capa corta y capucha se alzó ante ellos. Se movía bruscamente, amenazante y cortante. Cuando el hombre puso más atención en ella vio que la tela tenía cosidas millones de cuchillas, sus gestos bruscos y cortantes amenazaban con inferir daños y heridas a todo cuanto se acercase a ella. Retrocediendo ante aquello el hombre preguntó: -¿Cómo puede haber sido esto mio? No recuerdo que yo tuviera una prenda así y menos que estuviera llena de cuchillas hirientes. Tye-mela'ne se apartó a un lado y se apoyó sobre la pared, con un gesto fuerte acercó la llama de su bastón para hacer retroceder a la corta capa. - Esta capa simboliza el carácter que hasta hace bien poco te arropaba y te protegía. Te protegía de tus miedos y complejos, te aferrabas a ella por que te imbuía de un aspecto de “tipo duro”. Esta capa era tu reflejo hacia la gente ajena y cercana. Se llegó a descontrolar tanto que herías y cortabas a todos los que tenías alrededor. -Tye-mela'ne torció el gesto con resignación mientras seguía hablando- Incluso a quien amas. Utilizaste esta capa para huir de tus complejos y miedos en vez de compartirlos y afrontarlos con los que te querían. Muchos hoy apenas te reconocen sin ella. - Apuntando ahora con las llamas del bastón hacia el hombre- Ahora que has vencido tu mayor complejo y que muestras el cariño que tus miedos aprisionaron con cadenas de acero te sientes débil. Aún no comprendes que no eres un “tipo duro”. Eres humano, imperfecto y con miedos que afrontar y compartir.
El hombre miró de nuevo a la capa y reconoció esos gestos duros y secos. Eran los suyos hasta hace bien poco. Con pesar y tristeza intentó acercarse a la capa para acariciarla y calmar los miedos que en ella regían. A menos de un metro de distancia, la capa se alzó altiva y lanzó un corte al hombre directo al pecho. Tye-mela'ne se lanzó rápidamente hacia la capa y con su bastón llameante la apartó mientras herida por las llamas sus ataque se eran más indiscriminados. - Sal fuera mientras la retengo y salimos de espaldas- gritó Tye-mela'ne-. El hombre agarrándose la herida obedeció y Tye-mela'ne cerró la puerta con un golpe seco. A continuación colocó su mano sobre la herida del hombre y esta comenzó a cerrarse ,no sin antes dar un buen pinchazo mientras se cerraba y dejaba cicatriz.
El hombre aun con la tristeza en sus ojos agradeció el gesto y acarició su nueva cicatriz. Tye-mela'ne sin decir nada se dirigió a la siguiente celda.

Cuando llegaron ante ella el hombre se extrañó , no había una puerta de madera. Había un cristal dorado que Tye-mela'ne abrió acercando las llamas de su bastón.- Pasa, este también es nuevo por aquí- El hombre entró en una estancia con grandes estantería rotas y torcidas por el peso de los volúmenes de libros y papeles que había en ellas. Justamente en frente un escritorio de madera era el principal lugar de atención. El hombre reconoció algunos libros y legajos. Asintiendo Tye-mela'ne dijo: - Si, estos libros son conocidos para ti. Es mucho conocimiento almacenado, pero todo ello es mera decoración. Lo que aquí se encuentra está en el escritorio.
El hombre se acercó despacio hacia la mesa de madera. Allí descubrió una gran cobra real que dormitaba. Al acercarse para admirar mejor a la cobra ésta se alzó de forma amenazante y comenzó a sacar sus colmillos mientras escupía pequeñas gotas de veneno y se metía entre las estanterías. El hombre retrocedió esquivando como pudo los ataque del reptil. Mientras retrocedía se dio cuenta de que a la cobra le faltaban sus ojos, y que los movimientos que realizaba eran guiándose por el oído.
-Poderoso animal.- Dijo Tye-mela'ne -Sin embargo es ciego y no puede apreciar todo este saber que tiene alrededor, simplemente muerde y escupe mientras se rodea de libros. Esto que ves ante ti era tu orgullo. Animal que no permitía contestación ni réplica. Sólo con oír salta lanzando veneno mientras va de legajo en legajo escondiendo su defecto entre palabras antiguas.
El hombre asustado y esperando un nuevo ataque preguntó: ¿Qué puedo hacer?, como siga así me morderá sin poder evitarlo.
Tye-mela'ne se acercó a él y mientras le ponía una mano el hombro le dijo: El orgullo ciega al hombre y lo hace sentirse poderoso. Pero como te dije antes, el ser humano es imperfecto y no sabe todo aunque así lo crea. La seguridad del saber o conocer no aporta nada si no se es humilde con lo que sepan los demás. Busca entre todo esto una frase que te ayude a ver la verdad.
El hombre sin saber que hacer se acercó a los libros que más cerca estaban de él. Empezó a ojearlos buscando algo en ellos. De repente del lomo de uno de un ejemplar cercano la cobra saltó y le mordió en el brazo provocando un incómodo escozor.
-El veneno actuará en unos minutos y si no encuentras y comprendes la frase necesaria yacerás aquí.- Dijo Tye-mela'ne mientras se apartaba hacia la salida para dejar espacio.
Desesperado el hombre comenzó a buscar entre los libros y papeles. Buscaba palabras que le dieran una respuesta. La cobra volvió a a atacar, esta vez le mordió en las piernas. Ahora el veneno entumecía sus músculos. Se sentía cada vez más pesado y ahogado entre todas aquellas palabras. -No soy capaz de encontrar nada, no sé nada, no sé lo que tengo que hacer.- Dijo el hombre con la voz temblorosa por los nervios.
-Eso es un buen comienzo aunque no te quede mucho tiempo. - Le contestó Tye-mela'ne.
Los músculos ya no le respondían. Calló en de rodillas en suelo, momento que aprovechó la cobra para escupir veneno a su cara. Esquivando como pudo el veneno el hombre dijo:- No se nada, dudo de todo.- En ese momento sus ojos se iluminaron y recordó una frase que alguien le dijo una vez.- Dudando de uno mismo se alcanza la verdad.- dijo mientras se desplomaba en el suelo.
Tye-mela'ne voló hacia él para recoger el cuerpo sacándolo de la celda.

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