domingo, 23 de abril de 2017

sábado, 22 de abril de 2017

La paradoja del árbol en el bosque...

Seguramente alguna vez hayáis oído hablar de la paradoja del árbol que cae en el bosque. "Si un árbol cae en un bosque y nadie está cerca para oírlo, ¿hace algún sonido?" es un kōan del budismo zen y un experimento mental filosófico que genera interrogantes respecto a la observación y el conocimiento de la realidad.
Es decir, que sí algo no es observado o sentido, podemos decir que ha ocurrido o no?.  Yo creo que sí, el hecho ocurre aunque no sea percibido en el momento, ya que no percibimos el sonido del árbol al caer si no estamos pero sí sabemos que ha caído al verlo y al mismo tiempo imaginar que hizo algún ruido. Muchas veces hacemos y decimos cosas sin ser consciente de lo que hacemos, y no me refiero a ser zombies o autómatas, me refiero a las cosas importantes que hacemos sin darle esa importancia o atención en su momento. Es decir, no oímos el árbol caer, pero cuando nos damos cuenta a través del daño causado a nosotros y a los demás podemos ser conscientes de lo que pudo suponer en su momento aquella acción, cuando vemos el árbol en el sueño y sabemos que sonó...
Ahora esa paradoja se complica, ya que evidentemente del hecho con el podemos causar el dolor ya está ahí cuando nos damos cuenta y seguramente si se hubiera sabido en su momento la mayoría de las personas que alguna vez nos pasa algo así, no lo hubiéramos hecho, estoy convencido de que las personas que reflexionamos sobre estas cosas en el momento de darnos cuenta pensamos en llamar a Mcfly y pedirle prestado el DeLorean para zarandearnos y nosotros mismos y decir: " Eh yo, no hagas el gilipollas, presta atención a esto que te va la vida en ello, capullo" y esperar que ese toque de atención sea suficiente para no hacer aquello que en su momento no eras consciente. Por que claro, ahora sí que sabes de sobra que jamás hubieras hecho aquello si de verdad entendieras lo que hacías.
Creo que gran parte de la culpa de esas cosas no la tiene el hecho en sí, si no el no haberse dado cuento y no haber puesto la atención debida en lo que hacíamos... Ya que cuando hacemos las cosas a drede y con la intención de hacer daño sí somos conscientes de lo que estamos haciendo y damos por hecho el daño que causamos o que vamos a causar. Sin embargo del otro modo jamás supimos que íbamos a provocar ese daño y mucho menos se quería llegar a él. Es algo así como una bofetada, se puede dar con toda la intención de hacer saltar como pipas de sandía los dientes del otro o se puede dar al girarte rápidamente y no saber que tenías al otro justamente en la trayectoria de tu mano. Evidentemente el resultado es muy parecido, pipas de sandía... Pero la intención nunca será la misma. El problema es que el golpe intencionado va al enemigo y el otro desgraciadamente suele recaer en quiénes queremos y ése es el que más nos duele, en ése es el que queremos el DeLorean en la puerta y con el condensador de fluzo al máximo, justo para ir corriendo al bosque y poder escuchar como el árbol se va rompiendo y reaccionar a tiempo antes de que nos caiga y nos lleve al suelo con él...

jueves, 20 de abril de 2017

Palabras perfectas...

Cuando hay canciones que ponen palabras a lo que llevamos por dentro...

"No sé cómo decirte que lo siento, 
que tengo las pupilas llenas de remordimiento. 
Que lo intento pero no me centro,soy un fracaso, 
y de momento van ganando los peros a los abrazos. 

Que estoy harto de besos amargos,de "te lo dije", 
del pasado, de no ser capaz de abrirme, 
de fortificarme hasta deconstruirme,..."

D.VI

martes, 18 de abril de 2017

"Falla. Falla de nuevo. Falla mejor"

Nadie tiene un manual de instrucciones o de emergencias para la vida. Ninguno de nosotros somos capaces de acertar en la mayoría de decisiones que tomamos, en algún momento fallaremos o no lo haremos como otros esperan de nosotros, es más, pocas veces haremos lo que otros piensan que haremos o tenemos que hacer. Es algo parecido al gol fallado que vemos por la tele, "tenía que haber hecho tal o darle de esa forma o correr para el otro lado..." La verdad es que en esa situación no sabemos cómo lo hubiéramos hecho nosotros  en las mismas condiciones. Ya que sin la presión, sin la situación y sin los condicionantes que ése jugador  tiene es fácil decir lo que debería  a hacer o no. Pero tal y como hace ése jugador hay que seguir intentándolo, hay que seguir golpeando la pelota y sobre todo seguir fallando, fallando mejor... pocas veces se pondrán en la situación sin críticas, prejuicios y demás... Pero nosotros sí que debemos hacerlo, en serio, ya que hasta que no nos pongamos en su lugar, en su dolor sobre tu error o fallo no vamos a aprender a fallar mejor.  Y estoy seguro que el hincha que critica la mala jugada del jugador no se pone a analizar todo el partido o la semana de ése jugador, pero tampoco el jugador se pondrá o pensará en el hincha que está ahí viéndolo​ y quizá despejando toda su frustración y fastidio diario en ése instante mientras hablaba de él... Ya que uno está ahí por el otro, como nosotros con las personas que queremos, viéndolas acertar, fallar, caer... viéndolas  crecer. Ya que es en eso en lo que se puede resumir gran parte de nuestro caminar, en tener esa oportunidad de ver crecer a quienes  queremos e incluso fallar con ellos o a su lado y comprender de los daños para aprender y fallar mejor. Nunca debemos quedarnos quietos después de caer o fallar, hay que reaccionar, aunque no sea de la forma que otros esperan... Pero al menos de una forma un poco mejor, ya que mejoramos de poquito a poquito (suave, suavecito...).
En definitiva, los dos sufren a su modo, pero al fin y al cabo siguen viéndose cada fin de semana, fallando como hincha y jugador, fallando de nuevo, fallando mejor...

viernes, 14 de abril de 2017

La mochila del viajero...

Creo que siempre que estamos inmersos en un cambio y en una reflexión profunda llega a nosotros la metáfora de la mochila, esa mochila que cargamos mientras viajamos y que su peso es capaz de retener o dificultar cada paso... Muchas veces hemos escuchado que esa mochila hay que dejarla atrás y soltarla cuanto antes. Yo creo que eso no es así, en esa mochila hay muchas cosas que hay sacar, mirar y aprender antes de dejar o que se desvanezca entre nuestras manos. Cada uno de esos pesos en la mochila los hemos entrado nosotros ya sea de forma directa o indirecta, y están ahí cómo mínimo para recordarnos todo lo que nos pesa ahora. Y antes de quitarlo hay que convencerse de que no lo volveremos a entrar. Ése es su peso, la incomodidad que produce aquello que sabemos que no está bien y que no nos define, ya que si nos definiera no pesaría, ni sería tan incómodo. Hay que descargarse de esos pesos de la mochila para que nuestro caminar sea más seguro y de acuerdo con la forma de ser y la vida que no nos incomoda, pero no hay que olvidar aquello que nos ha enseñado, que somos falibles, que tenemos que ser consciente de lo que hacemos y de los que tenemos a nuestro lado, que nadie es mejor que nadie en este mundo, que podemos subirnos a los hombros de personas de aspecto pequeño pero inmensamente grandes, para aprender de ellas y no tener que combatir sinrazones como si fueran un enemigo, que hay que vivir cada día haciendo las cosas y no diciendo que la haremos, ya que la pereza y aparcar las cosas sólo nos vale para meter peso incómodo en nuestra mochila. Lo pasado queda atrás, pero nos enseña al que quiera mirar... Creo que teniendo estás en cuenta sentiremos que ya no hay mochila o que al menos pesa mucho menos...

Haciendo camino...

martes, 11 de abril de 2017

Ser conscientes del cambio...

No sé si alguna vez alguien ha sentido algo parecido al sentimiento y sensación que voy a intentar relatar a continuación. El sentimiento de no pertenecer a un sitio o lugar donde una vez pertenecíamos,  algo así como el desarraigo... Las paredes y las cosas pueden estar en el mismo sitio y lugar pero ya no las sientes como tuyas o tan cercanas a ti... Todo se va volviendo ajeno, distinto y alejado al que observa con cierta melancolía. Quizá entre en ese juego de sensaciones que tienes al ser más consciente de que tu vida y caminar no está ahí ya, es la respuesta a varias de las preguntas que llevas en el camino... Ya que es en ese momento en el que te das cuenta que has estado mucho tiempo estando ausente de tu propia vida, de que has pasado por alto situaciones y momentos sin darle la importancia que necesitaban, ya que ése sí era tu lugar y tu vida,  en la que has estado pasando por alto y sin darte cuenta de muchas cosas que estabas haciendo mal o sencillamente sin la atención que merece. El cambio pudo ser brusco o paulatino, pero has estado sobrevolando tu propia vida y vivencias como si tu arraigo no estuviera ahí, como observador de lo que pasaba sin ver ni darte cuenta de que estabas siendo público en tu propia obra...

La vida nos cambia de lugar y situaciones. Al parecer nosotros tardamos más en ver ese cambio y adaptarnos a él, a mirar lo nuevo y cuidarlo como nuestro viendo el valor que tiene para nosotros y darnos cuenta de todo lo que en ella pasa... Arraigarse no es malo si se es consciente de que algo nuevo está en una vida y lugar nuevos. Conservar, cuidar y dar todo el cariño a aquello que construimos en nuestro nuevo sito, en nuestra nueva vida...


Seguimos haciendo camino, aunque nos observan desde la oscuridad...

domingo, 9 de abril de 2017

Cuando nos observan desde la oscuridad...

Muchas veces cuando pensamos en nuestra vida, en como la estamos viviendo y cuáles son las cosas que nos motivan y atan a nuestro caminos nos encontramos sorpresas, tanto agradables como desagradables. En ocasiones no nos damos cuenta de que nuestro caminar lleva una carga o un peso que no elegimos ni queremos, pero que se ha quedado ahí sin que notemos esa presencia. Cuando nos damos cuenta nos llegan mil preguntas a la cabeza... Por qué y cómo sigue ahí... A veces, es más sencillo de lo que se cree... En esta sociedad tenemos nuestra vida expuesta y disgregada en un montón de lugares físicos y virtuales donde sin ser consciente la gente puede engancharse a ti, de una manera que ni siquiera pensamos y a veces ni controlamos. Quizá sea un poco estresante pero hay pesos y cargas que no debemos arrastrar en nuestro camino y nadie debería controlar o observar esa parte de ti más o menos personal, sea quien sea. Son pequeñas ventanas que hay que cerrar y proteger para caminar con menos peso, pues hasta que no te liberas de él no sabes cuánto pesaba y no eres consciente del daño que pueden hacer... Es estresante pero necesario, mucho.
Continuamos caminando...

viernes, 7 de abril de 2017

Viaje...

Cuántas veces hemos escuchado o dicho la frase "se madura con los daños, no con los años". Y es que, al parecer, el ser humano es capaz​ de comprender mucho mejor ciertas situaciones vitales mediante el error o el dolor que nos causa, siempre y cuando después de esa situación nos pongamos a pensar y hacer las cosas para cambiar o mejorar esa situación que nos ha dañado. En definitiva se aprende, y muchas veces no al instante. A veces hay un proceso de maduración personal, que por experiencia propia diré que no tiene nada que ver con la edad... He visto personas con 18, 20, 21, 23... Con una madurez ante ciertas situaciones que superan en mucho a las mías o a las de gente con mucha más edad. Esa madurez se la dió en cierto modo el daño, a veces tanto que se me escapa entre pensamientos como hoy en día, esas personas, pueden estar enteras y con la capacidad de sonreír intacta... En comparación con ellas, la gente como yo, sólo podemos aprender y disfrutar de esas sonrisas... Esas experiencias nos deberían valer siempleme para reflexionar y madurar en nuestro camino de una forma menos indolora. Eso sería lo ideal, pero tal y como dije al principio, al parecer, el ser humano madura antes con los daños propios que los ajenos, y parece que es sólo en ese momento en el que nos damos cuenta de la falta de madurez que podemos tener ante ciertas cosas y que personas más jóvenes las ven y actúan de la forma más razonable, de esa forma que nosotros no vemos y apreciamos en un primer momento. Aún recuerdo las veces en las que se me queda la cara de tonto mirando al infinito sin saber qué y cómo hacer, y que otra persona con esa madurez que da la parte más oscura de la vida te diga cosas que ni siquiera habías valorado, pero que justo ahí delante de esa cara de bobo están.

Hace un tiempo escuché que los monjes budistas son capaces de retirarse hasta 3 años para meditar y pensar. Creo que no de una forma tan prolongada y organizada voy a intentar imitarlos, un viaje, un momento de desconexión vendrán genial para ir recogiendo esas partes de uno que se quedan en el camino y que a veces viene bien volver a tener, sobre todo cuando se intenta recomponer y aprender de esas personas que supieron o tuvieron que madurar mucho antes y más de lo que yo lo he hecho. Esto me impedirá estar en otros lugares o para otras persona, pero ahora necesito estar para mí.

Debería viajar más en tren...

lunes, 3 de abril de 2017

Reflexiones de Tren

Hace tiempo una amiga me dijo una frase muy buena y que ahora en estos momentos podría definir todo lo que estoy sintiendo, " vivir no es sólo respirar".
Muchas veces pasamos los días y las semanas sin tan siquiera ser conscientes de qué ha pasado en ellas o cómo nos hemos comportado y cómo hemos hecho las cosas. Se podría decir que tan solo hemos respirado... Hemos cogido esas bocanadas de aire necesarias o o suficiente para seguir pa'lante de esa forma tan automática y cíclica. Vamos creando una barrera y una coraza que cada día hace que ciertas cosas no lleguen a nuestra mente y a nuestro corazón, la mayoría de las veces no somos conscientes de que eso está pasando y en cierto modo lo vemos todo normal y "como siempre". Pero evidentemente no es así, nos impermeabilizamos de todas las cosas y personas que intentan interactuar y recibir de nosotros ese cariño, esa atención y esa respuesta a lo que nos envían... Pero cuando estamos metidos en ese mundo, en ese muro que nos separa de todo, no somos capaces de verlo y sólo nos limitamos a respirar.
Días como hoy me pongo a reflexionar sobre qué o cuáles son los motivos por los que levantamos ése muro y esa coraza al exterior... Y la verdad, creo que la causa es la misma por la que el hombre a lo largo de su paso crea muros, por miedo y debilidad. Cada vez que nos ponemos esa coraza que nos aísla de la vida y de quiénes nos rodean es por que nos sentimos incapaces de enfrentar y vivir lo que tenemos delante, o sencillamente tenemos miedo a exponer una parte vulnerable de nosotros ante cualquiera. El simple hecho de sentir tristeza y ganas de llorar por echar de menos a tus familiares hace que creemos una fortaleza y una falsa seguridad hacia los que nos rodea, que sin darnos cuenta estamos mostrando justo lo contrario a lo que necesitamos, esa necesidad de autorreafirmarnos en lo que estamos haciendo, de no querer sentir ni saber qué nos estamos equivocando y que estamos dejando de lado hechos tan importantes que no harán otra cosa que sumar ladrillos a nuestro muro con tal de que no lleguen a nosotros y puedan darnos en la cara para no reconocer que nos falta vivir y ser conscientes de aquello que hacemos no nos vale para nada... Siendo así perdemos, nos perdemos instantes de la vida y alejamos de nosotros a quien eligió estar a nuestro lado. Lo peor es que dentro de nosotros culpamos a todo lo que está fuera de ese muro, esas personas y esos momentos que estamos dejando de vivir... La culpa de todo está, como caballo de Troya, dentro del muro, en nosotros y en esa absurda máscara de hieratismo y superioridad que da esa falsa seguridad detrás de nuestro muro. Nos volvemos soberbios, incuestionables y tóxicos para todo lo que está a nuestro lado, somos cómo esa estatua que no pierde su pose mientras se llena de la mierda de las palomas y los cristales rotos de cada día, intentamos ser majestuosos y quedarnos en un pedestal que nos eleva por encima del bien y del mal, de esa misma forma que las estatuas no se mueven y no "sufren" y todo parece estar bien... En definitiva, no viven.
Vivir es reír, llorar disfrutar, sufrir y sobre todo caminar, caminar más allá y saltar todo muro que nos impida sentir, recibir y dar lo que somos y tenemos. Pero sobre todo equivocarnos y reconocerlo, afrontar que somos humanos y no de los mejores. Nadie va dar lecciones magistrales a nadie y mucho menos subirse a un pedestal con la razón otorgada por dios que no tenga nada que hacer y baje a darte la razón y el conocimiento absoluto de la vida a ti, por campeón y buena gente... Lo único que te puedes llevar es ese pescozón de las personas que tienes a tu lado y los que les estás tufando de mierda de paloma y orgullo rancio.
Sí señores, somos falibles, fallamos más que una escopeta de feria sin munición y lo peor que sabemos hacer es crear un muro a lo Trump y sentirnos orgullosos de ello. Si hoy en día la persona con más poder del mundo nos parece absurda y gilipollas haciendo un muro en la frontera mexicana y creyéndose un héroe salvador de la patria y tratando a los demás como pura mierda, imaginad lo ridículo que es una persona que no puede ni encontrar unos calcetines cuando se levanta o no es capaz de llevar a la mesa del salón la cena sin que por  y el camino se te caiga medio filete y te tengas que levantar 3  veces más a por  a todo lo que se te ha olvidado hace lo mismo. Te va a ir de puta madre...
Y la verdad, darse cuenta de ello duele, mucho... Pero es la primera cosa que puedes hacer para ir quitando ladrillos hasta que te duelan las manos. A mi personalmente me ha costado mucho he necesitado perder muchas cosas y personas, personas que son verdaderos tesoros y que han intentado llamar a las puertas de ese muro sin descanso...
Hay que bajarse de los pedestales, hay que moverse y hay que sentir... No hace falta tener un accidente y verse tirado para darse cuenta. Hay que ser crítico con uno mismo, creer de verdad que no somos seres excepcionales del universo y que tenemos todo lo que Nitze describió para ser el superhombre. Somos humanos, esos tan estúpidos que estamos destrozando nuestro hogar, esos que damos prioridades a un gol que una persona con necesidad, esos que colocamos a una persona experta en muros en las élites de poder, esos que por muy leídos que seamos nos divertimos viendo gran hermano o a las aventuras de Mariano y Joaquín y nos intriga el pedido de la Rebe en los Gipsy kings... Sí somos lo puto mejor... Pero también podemos ser felices sabiendo que fallamos y la cagamos, siempre y cuando sepamos reconocerlo y aprendamos de ello... Siempre y cuando podamos pararnos un rato y escuchar, pensar y meditar antes de que empecemos a crear muros y a subirnos a cualquier caja de fruta gritando al mundo que somos lo mejor que pudo crear el universo... En definitiva menos ego y más humildad, ya que vivir, no es sólo respirar.