sábado, 22 de abril de 2017

La paradoja del árbol en el bosque...

Seguramente alguna vez hayáis oído hablar de la paradoja del árbol que cae en el bosque. "Si un árbol cae en un bosque y nadie está cerca para oírlo, ¿hace algún sonido?" es un kōan del budismo zen y un experimento mental filosófico que genera interrogantes respecto a la observación y el conocimiento de la realidad.
Es decir, que sí algo no es observado o sentido, podemos decir que ha ocurrido o no?.  Yo creo que sí, el hecho ocurre aunque no sea percibido en el momento, ya que no percibimos el sonido del árbol al caer si no estamos pero sí sabemos que ha caído al verlo y al mismo tiempo imaginar que hizo algún ruido. Muchas veces hacemos y decimos cosas sin ser consciente de lo que hacemos, y no me refiero a ser zombies o autómatas, me refiero a las cosas importantes que hacemos sin darle esa importancia o atención en su momento. Es decir, no oímos el árbol caer, pero cuando nos damos cuenta a través del daño causado a nosotros y a los demás podemos ser conscientes de lo que pudo suponer en su momento aquella acción, cuando vemos el árbol en el sueño y sabemos que sonó...
Ahora esa paradoja se complica, ya que evidentemente del hecho con el podemos causar el dolor ya está ahí cuando nos damos cuenta y seguramente si se hubiera sabido en su momento la mayoría de las personas que alguna vez nos pasa algo así, no lo hubiéramos hecho, estoy convencido de que las personas que reflexionamos sobre estas cosas en el momento de darnos cuenta pensamos en llamar a Mcfly y pedirle prestado el DeLorean para zarandearnos y nosotros mismos y decir: " Eh yo, no hagas el gilipollas, presta atención a esto que te va la vida en ello, capullo" y esperar que ese toque de atención sea suficiente para no hacer aquello que en su momento no eras consciente. Por que claro, ahora sí que sabes de sobra que jamás hubieras hecho aquello si de verdad entendieras lo que hacías.
Creo que gran parte de la culpa de esas cosas no la tiene el hecho en sí, si no el no haberse dado cuento y no haber puesto la atención debida en lo que hacíamos... Ya que cuando hacemos las cosas a drede y con la intención de hacer daño sí somos conscientes de lo que estamos haciendo y damos por hecho el daño que causamos o que vamos a causar. Sin embargo del otro modo jamás supimos que íbamos a provocar ese daño y mucho menos se quería llegar a él. Es algo así como una bofetada, se puede dar con toda la intención de hacer saltar como pipas de sandía los dientes del otro o se puede dar al girarte rápidamente y no saber que tenías al otro justamente en la trayectoria de tu mano. Evidentemente el resultado es muy parecido, pipas de sandía... Pero la intención nunca será la misma. El problema es que el golpe intencionado va al enemigo y el otro desgraciadamente suele recaer en quiénes queremos y ése es el que más nos duele, en ése es el que queremos el DeLorean en la puerta y con el condensador de fluzo al máximo, justo para ir corriendo al bosque y poder escuchar como el árbol se va rompiendo y reaccionar a tiempo antes de que nos caiga y nos lleve al suelo con él...

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