domingo, 30 de junio de 2013

Treinta y cinco...

 
La luna se reflejaba en el pulido metal del yelmo que tenía entre sus manos, en él había grabado con hermoso detalle un árbol frondoso y de grueso tronco, en su base varias serpientes de distintos tamaños mordían y devoraban las raíces.
Mientras acariciaba el grabado recordó como de niño le contaban que aquel magnifico árbol algún día caería a causa del daño que le provocaban las serpientes y que ése día se libraría una gran batalla dónde hasta lo mas fuertes y preparados caerían y verían el verdadero final. La oscuridad envolvería el mundo pues tanto enemigos como amigos morirían.
-Nefasto símbolo para llevar en un yelmo- pensó. Pero aún así sonrió. Pues aquel gran fresno sabiendo de su final cada vez crecía más, sus ramas eran infinitas, gruesas y fuertes, y sus hojas eran cada vez más verdes y grandes. Éso si era digno de llevar en un yelmo, un símbolo que indicara que siempre pese a lo que pueda pasar hay que dar lo mejor, aspirar a crecer y a superar el miedo a lo que vendrá. Además según aquella leyenda que tanto escuchó de niño después de toda aquella destrucción y oscuridad un gran ser resurgirá para volver a iluminar un nuevo y mejorado mundo. - Y eso es algo por lo que hoy se puede luchar...- se dijo a si mismo mientras se colocaba el yelmo y miraba al frente dónde un gran campo donde un día más había que luchar y dar lo mejor de de él, quizá por última vez o quizá no...

lunes, 13 de mayo de 2013

Treinta y cuatro ... La Serrana de la Vera

 
Hacía horas que la batalla terminó y que el remolino humano de muerte y llanto se dispersó. Cuando la noche cayó sobre aquel campo no se distinguía amigo de enemigo y para evitar lanzazos y estocadas cada uno se apartó de aquellos lamentos y quejidos. En esa huída todo se perdió, amigos, compañeros y el alma del guerrero que ahora y por siempre vagará en los bosques...

En busca de algún claro entre aquel paraje se encontraba él, que huía a cada paso del dolor de todo aquello cuanto vio. Cansado intentó descansar en la tierra oscura y fría, como compañía sólo la noche, o eso creía.
Una figura de tez blanquecina y dulce expresión se encontrada encima de él. Enmudecido y sorprendido intentó apartarse de aquel cuerpo semidesnudo, pero poco a poco su cansancio y fascinación por aquella hermosa criatura dejó que aquellos ojos negros hieran con su cuerpo cuanto su mente deseara. Como los fuegos de una hoguera prendió pronto el deseo y la pasión de recorrer su cuerpo, besar su cuello y desnudar a caricias cada momento. Sin saber por qué atraía con ansia su alma y su calor. Estando desnudo y sin decir palabra alguna sus sueños y deseos se fueron quemando entre pequeños muerdos y entrecortados gemidos de placer. A cada instante el corazón del derrotado guerrero latía con más fuerza y un deseo oscuro comenzó a forjarse. Tenía la necesidad de que aquello no acabara nunca... Su calor se hacía adictivo llenando cada hueco de su alma en cada beso y caricia...
En su corazón ya reposaba una ausencia, la de su propia alma. Con ternura el guerrero quiso abrazar a aquella perfecta criatura, ella se volvió mostrando una extraña sonrisa, lo besó y se levantó dejando que la brisa acariciase toda sus desnudez. Sin quitar aquella enigmática sonrisa se abalanzó sobre él y agarró su daga con sutileza y mientra lo besaba apuñaló su costado sin apartar los labios de su boca. El guerrero sintió la mortal herida y notó como su vida se le escapaba entre aquellos labios. Sólo le dio tiempo a clavar su mirada sobre aquella mujer que robaba a cada beso su vida.
Allí inerte reposa y reposará el cuerpo frío y vacío, pues todo cuanto era se fue entre aquellos besos. Mientras tanto ella se desvaneció en la oscuridad llevando consigo aquella extraña sonrisa...

jueves, 28 de marzo de 2013

Treinta y tres ...

 
Dando pequeños golpes a unas ascuas moribundas la voz de un triste juglar comienza a narrar una historia para el silencio y la luna, pues sólo ellos eran su público:

En las largas y oscuras noches que miramos al cielo vemos esas luces que por un instante atraen nuestra mirada. Sin embargo hace un tiempo un niño se propuso algo más que seguirla con la mirada, quiso alcanzarlas, por lo menos una de ellas.
Aquel niño pasaba los días pensando como alcanzar una de aquellas luces nocturnas y pensó que el mejor momento sería cuando estas luces caen cansadas del cielo y se hacen fugaces pintando por unos segundo una línea de fuego que atrae algo más que una simple mirada. Durante muchos tiempo el niño pasaba las noches mirando al cielo pensando como coger esos trozos de luz que hacen brillar sonrisas e iluminar el deseo de los hombres.
Pasaron los años y noche tras noche miraba al cielo con el único pensamiento de atraparlas. El niño se hizo joven y de joven adulto y así hasta que sus días se escribían con lineas cortas y cansadas. Entonces dejó de mirar al cielo por la noches. Uno de esos días en el que hombre andaba lento y ausente por el pueblo un chico que lo conocía le preguntó porqué dejó de mirar las estrellas por la noche. El anciano con lágrimas en sus ojos dejó caer su manos sobre el hombro del chico y le dijo aguantando la tristeza en la garganta: - Sólo hace unos días, los mismo que dejé de mirar al cielo de la noche me di cuenta de que las estrellas que tanto he perseguido en la oscuridad no son más que el reflejo de las verdaderas luces que se encuentran a nuestro lado y que como las luces fugaces aparecen inesperadas, y sólo depende de nosotros hacer que esas luces se queden para iluminarnos y ser el sol de nuestros días y la luna llena en las noches.
Llorando el anciano marchó a su casa de la cual jamás volvió a salir pues esa misma noche renunció a la vida que quemó durante tantas noches. En su mano quedó una nota escrita con una letra tambaleante: Las estrellas no están en el cielo, viven a nuestro lado y su sonrisa iluminan los deseos de toda una vida... Tarde... muy tarde es ya...


Escrito el 16 de enero del 2013

Treinta y dos ...

 
La noche cerrada se apreciaba por aquella amplia ventana que daba al lateral de la Plaza de San Pedro.
Con una respiración profunda abrió lo ojos y... le vio. Aquella figura oscura estaba al lado de su cama tocando el cuadro de la Donna hecho por Miguel Ángel. No podía moverse de la cama, la angustia y el terror ante aquella figura de la que solo apreciaba un perfil sombrío y serio. Desde el primer momento lo reconoció, sabía perfectamente de quién se trataba y lo peor de todo, sabía qué significaba su presencia...
Con voz pausada y profunda aquella figura comenzó a hablar sin dejar de acariciar, con cierto cariño, el rostro que había pintado en el cuadro. :
- Hoy es el principio, hoy comienza el largo fin de las mentiras y de todo cuanto fue construido por ellas. Hace años que el hombre se arrancó el pañuelo negro que durante mucho tiempo vuestras escrituras les impusieron. Hoy, eso a lo que llamáis espiritualidad y fe se derrumba y son palabras muertas pronunciada en la boca de los acianos. Los jóvenes, llamados al futuro incierto no creen en cuentos antiguos, vuestras iglesias son demasiado grandes y vacíos están sus asientos. Tus hombres son siervos de la falsedad y sus almas son más oscuras que la de los demonios que creasteis.-
Una carcajada rompió la tensión y aquella oscura sombra se arrojó sobre el anciano, su rostro, ahora iluminado era confuso. Parecía una mujer con rasgos de hombre, un ser desconcertante.
-Tus antecesores al igual que tú temían mi llegada y mi mensaje. Vuestro tiempo termina y todo quedará desvelado. Llora tranquilo anciano y escucha como crujen las astillas de la cruz...

Con el corazón desbocado el anciano saltó de la cama. Miró a su alrededor y nada vio, todo estaba igual, calmado y tranquilo. Cerró los ojos para relajarse y se volvió a la cama intentando olvidar aquella pesadilla. De pronto su mirada se congeló en el cuadro de Miguel Ángel. Estaba torcido y la Donna tomó una expresión totalmente diferente a la que solía tener, era aquel rostro mitad hombre mitad mujer que sonreía al pobre niño que tenía entre sus manos...

Escrito el 9 de enero de 2013.