domingo, 18 de diciembre de 2011

Diez... Relato antiguo

La bruma se levantó y delante nuestra aparecieron. Eran cientos y sus gritos ensordecían el fuerte viento. Realmente parecían dispuesto a segarnos la vida con sus propias manos... En ese momento un joven que estaba mi lado con cierta cara de espanto me preguntó: - ¿Disculpe señor, por qué demonios luchamos hoy?

Miré al cielo recordándola, intentando buscar fuerzas en su recuerdo. Después miré a las caras de vivo odio que estaban en nuestro frente. -Por un mañana.-dije- Por creer que naciste libre, por que mañana puedas sentir un beso, una caricia. Por que algún día el amor llegue a tu corazón y jamás vuelvas a preguntar por qué luchar.
Aún con la miel de esas palabras en mi boca y la imagen de sus labios en mi mente me lancé contra aquellos que querían imponerme sus estandartes, sus dioses y reyes.
Recuerdo que cerré los ojos al sentir el choque de mi caballo ante aquella masa, esperando sentir un golpe frío o un tirón feroz que me hiciera perder el equilibrio y caer a un negro y sombrío suelo.
Cuando todo terminó vi aquel campo infectado de cadáveres y voces de moribundos gritando por el dolor de sus fatales heridas.
En una roca no lejos de una pila de muertos estaba el joven que antes me preguntó el por qué de todo esto. Me acerqué y le susurre al oído: -Si hoy no luchas por tus sueños, mañana nadie luchará por ellos. Y si pasas de largo estarás realizando los sueños de otros sin apenas darte cuenta. En la guerra de la vida olvida tu espada y usa el corazón.

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