martes, 31 de enero de 2012

Veinte...

 
El gesto no hace al hombre, ni describe una personalidad concreta, quizá tan solo nos ayude a interpretar un instante generado por una situación. La reacción ante la situación quizá describa un impulso interno cercano al delicado e íntimo comportamiento de una persona. Pero aun así, no se conoce nada que pueda probar que alguien sea tal y cómo es. Pues conocer al hombre por su gesto es como conocer el bosque por las hojas que cae el viento.
Los gestos que pueden dar a conocer al hombre no se ven, ni se leen en palabras o expresiones. Los gestos que definen aquello que se quiere dejar ver son los silencios que acompañan una acción, ese instante de pensamiento que como rayo de luz se filtra por un pequeño agujero e ilumina vagamente un interior hecho de aquello que nos importa.
Por ello el hombre se envuelve de un oscuro manto para poder abrigar el frío que todo lo envuelve y para arropar a los semejantes, descubriendo así su ser a quienes ellos eligen.

“Habla para que yo te conozca.” Sócrates.




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