jueves, 23 de noviembre de 2017

Pájaros...

Desde que era pequeño y hasta donde mis recuerdos me dejan llegar siempre he tenido pájaros en mi casa, siempre había un canario o alguna otra especie de ave, incluso recuerdo fotos de mi padre con pájaros y barba, que ya es decir, de poco antes de que yo naciera.
Y ahora que lo pienso es muy curioso el poder que tiene nacer dentro de una jaula, no por el hecho de lo que nos puede simbolizar la jaula a las personas, si no la reacción que causa a los pájaros que están dentro y por un momento pueden salir de ella.
Cuando a mi padre o a mi se nos escapa alguno de estos animales actuábamos de una forma distinta si el pájaro había nacido en cautividad o en algún momento fue salvaje. Si eran del primer grupo y el animal se iba lo seguíamos o buscábamos cerca ya fuese en árboles cercanos, balcones o algún lugar donde pudiera posarse no muy lejos. Algunas veces lográbamos cogerlo o procedamos al plan b, poner la misma jaula abierta con comida, y si había otra más con algún compañero por si este volvía. Por el contrario si el pájaro alguna vez fue salvaje directamente asumíamos la pérdida del mismo y no se hacía nada. Todo esto tenía un porqué que mi padre me explicaba. Si el pájaro no había volado nunca en libertad se cansaría y se posaría en algún lugar cercano o incluso volvería a lo único que había conocido y le era familiar, de lo contrario el animal volaría tan lejos como pudiera y no miraría atrás pues sabía lo que era la libertad fuera de esos barrotes y apreciaba mucho más volar lejos que volver o pararse cerca de aquella situación en la que se encontraba y por supuesto era más consciente de que su lugar en este mundo estaba en el aire volando tanto como pudiera aunque la falta de práctica le hubiera mermado sus capacidades.

Quizá a las personas nos pasen cosas parecidas, sobre todo a las que no han estado acostumbrado a salir de un montón de dificultades o problemas y que no son capaces de sentirse fuera de esas jaula, ahora sí simbólicamente hablando, que retiene todo aquello que podemos hacer y lograr cada día, como si nos hubiéramos acostumbrado ya a vivir así y no ver que salimos de esos barrotes y que podemos volar mucho más allá aunque estemos cansados. A veces tendemos a volver a ellos, ya sean más grandes o de otro modo como si nos cansara esa libertad y nos costará adaptarnos a ser todo lo que queramos sin chocar contra nada. Al principio todo cuesta, volar libre cuesta, reenseñar a nuestra mente y a nuestro cuerpo que no tiene limitaciones que puede continúar y mejorar su vuelo es complicado e incluso doloroso cuesta, pero el día que por un momento sepamos y apreciemos esa sensación y capacidad que tenemos, ése día... No habrá barrotes que nos puedan retener mucho tiempo, no habrá jaulas a las que queramos volver y repetir esa sensación de ahogo o imposibilidad, sabremos lo que es volar a nuestro gusto, acercarnos a las bandadas e incluso desafiar al sol cada mañana, por que estamos hechos y preparados para ello, para volar más allá... Siempre más allá...

No hay comentarios:

Publicar un comentario